
Me gustaria poder ser mas concisa de lo que soy cada día, y cuando digo concisa, digo más clara, no menos sincera. Creo que podria desarrollar una vida mas amena, discreta y fácil para mi alrededor, si me acompañara un traductor que dijera todo lo que yo no se expresar.
Puedo contar con los dedos de mi mano las veces que mi cabeza ha desconectado de tal forma que entro en crisis para el resto del mundo, que la propia ausencia, el despliegue de emociones dentro de un mismo espacio, el tiempo que pesa y se aleja, la comida reflejada en tu ropa pegada a la piel y el suelo lleno de trozos de ayuda desprestigiada son la forma de salir del pensadero, y de alguna forma, volver.
La mayoria de fuerzas gastadas a lo largo de mi vida han ido a parar siempre a intentar explicar… cualkier cosa. El fracaso de mis intentos me ha llevado a mi propia incomprensión y prefiero oír un juicio absurdo y barato que consiga describirme, que agotarme.
Hace mucho opté por la vida cómoda y sencilla, pero también sola, ya que yo misma planifiqué inconscientemente mis días.
Al pasar a un lado tan pasivo en mi propia vida, la inmediatez de un desahogo, de una explosión comenzaba a incentivarse poko a poko. Una noche comencé a buscar por mi casa sin saber exactamente lo que buscaba: revolví armarios, miré libros, abri cajas, destrocé cajones… pero al final caí en mi cama, intentando, tal vez, buscar el sueño profundo. Pero encontré lo que anhelaba, lo que realmente queria y me ayudaria: un cuaderno pekeño, sin tapas, con la mitad de las ojas anrancads, aqel que viste tirado en mi cuarto y que con tanto miedo intentaba esconder.
A partir de ahí escribía en él siempre que lo necesitaba, a veces hasta 4 veces al dia y jamás lo sacaba de casa. Escribia lo que fuera, cualkier cosa que se me viniera a la cabeza, aunke solo fuesen palabras sueltas y sin sentido. La mayoria de las cosas las escribia dirigidas a mi misma, en forma de consejos o simples recordatorios que me hicieran daño y asi pudiera aparcarlos y olvidarlos. Escribia tanto estuviera bien como mal, la cuestión era escribir para, seguidamente, leerlo.
Nada de metáforas, nada que embelleciera la escritura… sólo lo que pensaba, lo que queria decir y no queria, lo que nadie se imaginaba que pasara por mis ojos…
Así desarrollé una escritura mui difícil de apreciar y comprender para los demás, mui dolorosa, con una negra ironía tremendamente incomprensible, que afectaba suciamente al que la leía, y que, todavía ahora, no ha cambiado del todo.
Pero no habia nada mas sincero que saliera de mi, nada más auténtico y mas conciso…
Cuando escribo soi yo.
No soy yo pensando en mi madre, ni en beber o fumar, ni en los demás, ni en mi propio fracaso, ni en decepcionar y ser decepcionada, ni en contar historias, ni en sufrir de nuevo…
Soy yo, solamente.
Pasó mucho tiempo, y el cuaderno dejó de acompañarme. Mis visitas fueron reduciéndose y acortándose notablemente, escribiendo mas por rutina y compromiso que por deseo. Finalmente no volví a sacar el cuaderno del cajón de la mesita, y ese dia no tiene ni fecha ni hora ni espacio. No se cuando fue ni porqué, pero dejé de hacerlo y ocupé mi cabeza con otras lecturas que tampoco recuerdo, y kizás haya borrado sin darme apenas cuenta de este paso.
Se que mi estado anímico no había cambiado, al contrario, creo que seguí mas o menos actuando en el teatro que me estaba enfermando cada vez más y que tanto odiaba.
Pero empezó a llover, a hacer frío y a sentirme viva. Comencé a soñar pero perfectamente despierta. Tenia todas las de perder, pero a la vez nada, y estabas tan cerca y estaba tan feliz…
Que una noche encontré el cuaderno y lo leí. Leí toda la noche. Leí despacio, demasiado despacio, para poder recordar porké había escrito cada una de las palabras y encajarlas en momentos. Cuando concluí, me invadió un tristeza que hacia mucho tiempo que no sentía y que no habia pedido; por ello me prometí a mi misma que siempre que pensara que me iban mal las cosas, que mi interior estaba agotado o que no había pañuelo que secara mis lagrimas, leería el cuaderno y así recordaría el pozo que yo misma había cavado y que, inconscientemente, había tapado.
Puedo contar con los dedos de mi mano las veces que mi cabeza ha desconectado de tal forma que entro en crisis para el resto del mundo, que la propia ausencia, el despliegue de emociones dentro de un mismo espacio, el tiempo que pesa y se aleja, la comida reflejada en tu ropa pegada a la piel y el suelo lleno de trozos de ayuda desprestigiada son la forma de salir del pensadero, y de alguna forma, volver.
La mayoria de fuerzas gastadas a lo largo de mi vida han ido a parar siempre a intentar explicar… cualkier cosa. El fracaso de mis intentos me ha llevado a mi propia incomprensión y prefiero oír un juicio absurdo y barato que consiga describirme, que agotarme.
Hace mucho opté por la vida cómoda y sencilla, pero también sola, ya que yo misma planifiqué inconscientemente mis días.
Al pasar a un lado tan pasivo en mi propia vida, la inmediatez de un desahogo, de una explosión comenzaba a incentivarse poko a poko. Una noche comencé a buscar por mi casa sin saber exactamente lo que buscaba: revolví armarios, miré libros, abri cajas, destrocé cajones… pero al final caí en mi cama, intentando, tal vez, buscar el sueño profundo. Pero encontré lo que anhelaba, lo que realmente queria y me ayudaria: un cuaderno pekeño, sin tapas, con la mitad de las ojas anrancads, aqel que viste tirado en mi cuarto y que con tanto miedo intentaba esconder.
A partir de ahí escribía en él siempre que lo necesitaba, a veces hasta 4 veces al dia y jamás lo sacaba de casa. Escribia lo que fuera, cualkier cosa que se me viniera a la cabeza, aunke solo fuesen palabras sueltas y sin sentido. La mayoria de las cosas las escribia dirigidas a mi misma, en forma de consejos o simples recordatorios que me hicieran daño y asi pudiera aparcarlos y olvidarlos. Escribia tanto estuviera bien como mal, la cuestión era escribir para, seguidamente, leerlo.
Nada de metáforas, nada que embelleciera la escritura… sólo lo que pensaba, lo que queria decir y no queria, lo que nadie se imaginaba que pasara por mis ojos…
Así desarrollé una escritura mui difícil de apreciar y comprender para los demás, mui dolorosa, con una negra ironía tremendamente incomprensible, que afectaba suciamente al que la leía, y que, todavía ahora, no ha cambiado del todo.
Pero no habia nada mas sincero que saliera de mi, nada más auténtico y mas conciso…
Cuando escribo soi yo.
No soy yo pensando en mi madre, ni en beber o fumar, ni en los demás, ni en mi propio fracaso, ni en decepcionar y ser decepcionada, ni en contar historias, ni en sufrir de nuevo…
Soy yo, solamente.
Pasó mucho tiempo, y el cuaderno dejó de acompañarme. Mis visitas fueron reduciéndose y acortándose notablemente, escribiendo mas por rutina y compromiso que por deseo. Finalmente no volví a sacar el cuaderno del cajón de la mesita, y ese dia no tiene ni fecha ni hora ni espacio. No se cuando fue ni porqué, pero dejé de hacerlo y ocupé mi cabeza con otras lecturas que tampoco recuerdo, y kizás haya borrado sin darme apenas cuenta de este paso.
Se que mi estado anímico no había cambiado, al contrario, creo que seguí mas o menos actuando en el teatro que me estaba enfermando cada vez más y que tanto odiaba.
Pero empezó a llover, a hacer frío y a sentirme viva. Comencé a soñar pero perfectamente despierta. Tenia todas las de perder, pero a la vez nada, y estabas tan cerca y estaba tan feliz…
Que una noche encontré el cuaderno y lo leí. Leí toda la noche. Leí despacio, demasiado despacio, para poder recordar porké había escrito cada una de las palabras y encajarlas en momentos. Cuando concluí, me invadió un tristeza que hacia mucho tiempo que no sentía y que no habia pedido; por ello me prometí a mi misma que siempre que pensara que me iban mal las cosas, que mi interior estaba agotado o que no había pañuelo que secara mis lagrimas, leería el cuaderno y así recordaría el pozo que yo misma había cavado y que, inconscientemente, había tapado.
Sara! es precioso, me encanta, es oscuro, pero a la vez refleja una esperanza... esta repleto de cosas buenas, en serio, me gusta mucho.
ResponderEliminarHay gente que intenta escribir de forma que las palabras signifiquen cosas que no significan, pero tu haces que todo sea sencillo y precioso.